No sentirse limitado en un sitio turístico significa que una persona con discapacidad pueda ir a un teatro, bajar a la playa y hasta volar en parapente. En los últimos años, la oferta creció significativamente en la Argentina, y Buenos Aires es la provincia con mayor cantidad de establecimientos que aplican directrices de accesibilidad.
El turismo accesible es una transformación social, cultural y económica que avanza en el mundo y cobra impulso en la Argentina. Es uno de los nuevos desafíos que hoy tiene el sector turístico para que las personas con discapacidad, movilidad y/o comunicación reducida puedan disfrutar de los viajes, libres de barreras y con igualdad de oportunidades.
Las personas con discapacidad constituyen un colectivo relevante. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en el mundo es el 15% de la población, alrededor de 1.000 millones de personas y por cada persona con discapacidad que viaja lo hace 1,5 persona como acompañante.
El reto es lograr que los entornos, productos y servicios turísticos puedan ser disfrutados por todos en igualdad de condiciones. Es que no se trata únicamente de tener un hotel accesible, sino de la experiencia del viaje en su conjunto: su planificación, la información turística, los transportes públicos o privados, el alojamiento, las actividades turísticas y de ocio, los restaurantes.
También, la posibilidad de realizar prácticas adaptadas para acercarse y disfrutar a pleno la naturaleza: meterse al mar en una silla anfibia, hacer snorkel o buceo junto a lobos marinos, deslizarse en una tirolesa o volar en parapente.
«El turismo es un derecho y que el acceso de todos los ciudadanos debe estar garantizado; en este contexto, el papel de las empresas es fundamental para poder avanzar en facilitar la accesibilidad, pues no será posible avanzar si los operadores turísticos no crean infraestructuras, productos y servicios adecuados”. Así lo ha explicado Taleb Rifai, Secreatrio General de la OMT.